Quiero ser maestra porque...
* Adoro a los
niños y me encanta enseñar.
* Porque las
conversaciones de los niños me parecen el betseller más interesante del mundo.
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Porque aunque se enfaden entre ellos, lo olvidan en menos de cinco
minutos.
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Porque siempre te reciben con los brazos abiertos.
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Porque afrontan con ilusión cada nuevo día, algo que cuando nos hacemos mayores
se nos olvida.
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Porque nunca pierden la curiosidad.
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Porque cada paso que den en su vida escolar estará ligado a lo que se
convertirán mañana.
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Porque me sentiré como una reina rodeada de pequeños príncipes y
princesas.
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Me iré a casa con una gran sonrisa y me recibirán al día siguiente con otra
sonrisa aún más grande.
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Porque gracias a los niños puedo olvidarme de todo y respirar
tranquilidad.
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Porque añoro mi infancia.
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Porque en muchas ocasiones me sorprenderé de lo que pueden llegar a hacer.
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Porque en qué trabajo iba a derramar mis lagrimas al llegar las vacaciones de
verano.
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Y sobre todo porque cada año que pase tendré la satisfacción de haber dejado
huella en cada uno de sus corazoncitos.
Educar es lo
mismo que poner un motor a una barca…hay que medir, pensar, equilibrar…y poner
todo en marcha. Pero para eso, uno tiene que llevar en el alma un poco de
marino, un poco de pirata, un poco de poeta y un kilo y medio de paciencia
concentrada. Pero es fantástico soñar mientras uno trabaja, que ese barco, ese
niño, irá muy lejos por el agua. Soñar que ese navío llevará nuestra carga de
palabras hacia puertos distantes, hacia islas lejanas. Soñar que cuando un día
esté durmiendo nuestra propia barca, en barcos nuevos seguirá nuestra bandera
enarbolada.